miércoles, febrero 20, 2008

Cuba: ¿camino a una nueva Revolución?

Fidel Castro ha dejado oficialmente el poder en la isla y el mundo occidental celebra el acontecimiento, señalando que es de esperar el inicio de un proceso de “apertura democrática”, con lo que se quiere decir que el modelo cubano debe “evolucionar” hasta comulgar con el sistema de la democracia liberal que conocemos, en su versión neoliberal globalizada.
El sistema cubano tiene por supuesto defensores acérrimos y detractores recalcitrantes, quienes generalmente participan de una lógica propia de los años de la guerra fría. La figura de Castro, quizás como ninguna otra, parece transportarnos a un mundo donde se gatillan emociones muy profundas, que muchas veces obstan a un análisis más sereno y menos prejuiciado, aunque vale intentarlo.
Lo primero que debemos constatar, es que los únicos autorizados para decidir su camino son los propios cubanos, y esto lo digo desde el principio liberal de la autodeterminación de los pueblos. En segundo lugar, es imposible explicar la longevidad del sistema cubano sólo desde la existencia de aparatos de represión y control. Es decir, acá no se trata de un pueblo que por mayoría abrumadora está en contra del sistema pero se encuentra oprimido por un dictador. Esto porque la historia contemporánea ha demostrado que ningún régimen es capaz de sostenerse tanto tiempo sólo en base a tales mecanismos: mas temprano que tarde, la población se rebela y con mayor razón si cuenta con aliados poderosos como en este caso EEUU. Es decir, si el pueblo cubano no quisiera el régimen, entonces hace mucho tiempo que ya no existiría. La realidad es pues diferente: ES UN HECHO que la gran mayoría de los cubanos apoyan al régimen, y eso no se basa en la coacción sino en un sentimiento genuino de adhesión. Pero es igualmente cierto que no existen espacios para la disidencia en el sentido de la democracia liberal, y quien realiza actividades en contra del régimen se ve expuesto a persecuciones e incluso debe abandonar la isla.
Con todo, lo anterior no debiera extrañarnos demasiado ni somos quienes para “rasgar vestiduras”; menos un país como Chile mientras no modifique su sistema electoral y dé garantías para una verdadera libertad e igualdad de oportunidades de expresión política en los medios de comunicación social (la verdad Cuba, pero tampoco Chile, son grandes referentes en términos de, por ejemplo, libertad de expresión, tanto que nuestro país incluso ha sido vergonzosamente sancionado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en bullados casos).
De partida, digamos que en las propias constituciones de la democracia liberal, se consagran los llamados “estados de excepción constitucional”, concebidos para la supervivencia del régimen bajo circunstancias tales como un estado de combate o beligerancia, que autorizan al poder político a conculcar derechos tales como el de reunión, información y libre circulación de los ciudadanos. Pues bien, el régimen cubano se ha desarrollado desde sus inicios en una lógica combatiente equivalente a la del “estado de excepción”: una lucha contra enemigos muy poderosos que por cierto han entrado de lleno a ese combate (porque para una guerra se necesitan al menos dos) sumando episodios de conspiraciones, franca intervención, actos de hostigamiento y medidas concretas de ahogo… cualquier régimen liberal sometido a lo que ha soportado el régimen cubano hubiera hace rato dictado “estado de excepción constitucional”, conculcando ese tipo de derechos. Con todo, resulta evidente que el régimen cubano no se sustenta en el fortalecimiento de los derechos políticos “formales” que consagran las constituciones liberales. Su fuerte está en los derechos sociales o “materiales”, y ello explica su alto apoyo. En particular, llama la atención el notable desarrollo y cobertura de la salud y educación, cuyos estándares superan con creces a toda América Latina...lo de la salud es bien conocido, aunque para mi resulta aun más definitorio el tema de la educación, pues explica cómo el régimen ha sobrevivido superando su verdadera prueba de fuego, que vino mucho antes que lo de Fidel: la caída del muro de Berlín y por ende el cese de la ayuda Soviética, importante para solventar los programas sociales. Desde ese momento, Cuba ha vivido en medio de grandes problemas económicos y la pobreza es una realidad. Claro que esta pobreza hay que tomarla en su real dimensión: analizada desde una óptica neoliberal (tan amiga de las cifras e indicadores), encontraremos que la pobreza material de una persona de escasos recursos en la isla es muy similar a la de cualquier país latinoamericano en términos de ingreso, bienes disponibles, etc... sin embargo, hay una diferencia cualitativa dada por otros indicadores que en nuestros sistemas suelen asociarse a esta pobreza material: en la isla sorprenden los bajísimos niveles entre la población pobre de violencia intrafamiliar, deserción escolar, delincuencia, alcoholismo, consumo de drogas, cuadros depresivos, etc., etc.…y esto sucede porque la diferencia está dada en la educación y el sistema de valores que se le entrega al ciudadano cubano.. puede que la pobreza material sea la misma, pero los recursos del pobre cubano son mucho mayores para interpretar su realidad, insertarse en ella y valorarla(SE)…. En otras palabras, lo que posee el pobre cubano y de lo que carecen otros pobres de otros países es algo que también alimenta la existencia y que se llama DIGNIDAD: se sabe, siente y es valorado como tal, está inmerso en el sistema, es su protagonista y no un “marginal”…
No solo de pan vive el hombre, ni los sistemas políticos: es la gran lección que nos ha enseñado la experiencia cubana (con todas las críticas, muy justificadas algunas, que puedan realizársele), y es lo que explica la supervivencia del régimen. Por cierto, las cosas pueden sostenerse hasta un cierto punto desde la perspectiva económica. EEUU lo sabe y por eso persiste en la medida del embargo más sostenido y absoluto del que se tenga memoria (alimentando con ello de paso la lógica de defensa cubana y por ende dando argumentos a la conculcación de derechos a la disidencia, hecho que luego el mismo EEUU denuncia ¡plop!)… en estos términos, lo único que ha probado la retirada de Fidel Castro son las verdaderas intenciones de EEUU con esta medida, pues siempre dijo que cuando se fuera el barbudo dictador entonces se acabaría el embargo: hoy el Tio Sam ya ha anunciado que el embargo continua…Y esto es grave, pues impide que verdaderamente el régimen evolucione respetando su autodeterminación. Para ello, mucho más importante que la retirada de Castro es el término de esta medida y la posibilidad que Cuba se conecte con el mundo desde lo que es, algo muy temido por EEUU.
En efecto, porque el capitalismo global es una realidad y es muy difícil desconocerla (de hecho, la propia Cuba ya ha permitido el ingreso de capitales en el turismo). Pero Cuba nos daría la posibilidad de ver cómo puede conjugarse ello con la riqueza de un pueblo que mantiene intactas cosas muy olvidadas por nosotros, como el sentido de identidad, orgullo y dignidad, y la fortaleza de los procesos enfrentados en lógicas no individualistas.
Verdaderamente, Cuba podría dar lugar a una revolución mucho más efectiva que la que en su momento pretendió: ahora en las entrañas mismas del capitalismo global.